De viajes, museos y conferencias

Conseguir pasajes en esta época del año es una verdadera odisea, se agotan rápido y los precios suben de forma exhorbitante; lamentablemente no conseguí cupo en el servicio “bus-cama” así que tuve que conformarme con un “semi-cama”, conocedor de la pésima comida que sirven en los buses y aviones, decidí hacer algo al respecto, antes de ir a la agencia, me fuí a un chifa y pedí comida para llevar. Al subir al bus, hubo una revisión de equipaje de mano, detector de metales y hasta nos filmaron, todo en aras de la seguridad. El viaje a Chiclayo dura aproximadamente 12 horas, lo tengo muy claro porque me fué imposible dormir. No recuerdo bien que fué más doloroso, el dolor de cabeza provocado por el incesante llanto del bebé que viajaba en el asiento posterior o el dolor de piernas por el poco espacio que correspondía a mi asiento.

Al llegar uno de los organizadores del evento nos esperaba, nos llevó al hotel “Kalu”, al llegar una mueca de disgusto se dibujo en mi rostro, miré el letrero y en el se miraban solo 2 estrellas, no es que yo pida hoteles de lujo ni nada por el estilo, pero la experiencia me dice que un hotel de 2 estrellas es sinónimo de hotel de mala muerte. Al entrar y llegar a la recepción cambié un poco de opinión y al entrar a mi habitación pensé inmediatamente que alguien les había robado mínimo una estrella! piso alfombrado, TV gigante con cable (incluídos los XXX), baño privado, teléfono, ventilador, tenía hasta aire acondicionado. Me dí una ducha y luego estaba muerto de cansancio, de verdad quería dormir, pero al final visitar el museo del Señor de Sipan pudo más. Antonio y yo tómamos un taxi que por 8 soles nos llevó hasta el museo que se encuentra en Lambayeque, a unos 10 min de Chiclayo.

Apenas llegamos pudimos ver la imponencia del museo, ciertamente se vé muy bonito por fuera, pagamos 7 soles por la entrada y 15 soles (casi 5 dólares) por una guía. Antes de ingresar tuvimos que dejar la cámara fotográfica y los celulares, porque estan prohibídos. El museo tiene forma como de una pirámide, ingresamos por una plataforma hasta la parte superior, son 3 niveles a través de los cuales se explica como hallaron al Señor de Sipan, su restauración e innumerables piezas de arte, donde hay una marcada simbología que refleja las creencias de la gente de esa época, es realmente impresionante. Luego de casi 2 horas, era hora de volver, sentí verdadera pena por no poder tomar fotografías pero sé que se hace por evitar el desgaste de piezas tan valiosas. Si pasas por Chiclayo, no puedes perderte este museo.

Una vez en el hotel, nos vinieron a recoger y nos llevaron a almorzar en el mismo local de la conferencia, salvo el cebiche de entrada, la comida no fué muy tradicional que digamos, pero eso no importaba, era hora de dar nuestras conferencias. Empezó Antonio con una charla bastante técnica, yo estaba hecho un zombie y realmente me moría de sueño, en el museo estuve normal, pero el almuerzo funcionó como una especie de adormecedor con altas dosis de somníferos, me pusé a jugar con el celular, no hallaba que hacer, me sentía muy cansado. Hasta que llegó el momento de dar mi charla, inmediatamente me volvió la lucidez por arte de magia. Hablé durante casi una hora y luego tuve como media hora de preguntas, nos salimos del programa, pero felizmente mi charla era la última asi que no hubo problemas, mi tema fué “Comunidades Virtuales usando Software Libre”, la gente mostró muchísimo interés por el concepto de Software Libre, era evidente que mucha gente no conocía el término y menos sabía lo que significaba. Terminado el evento era hora de irse, moría por ir a dormir.

Un taxi, nos llevó hasta el terminal de buses, fuímos a despedir a Antonio, que esa misma noche retornaba a Lima, el por lo visto también estaba cansado, pero se le notaba feliz a pesar de su corta estadía. Cuando pensaba que por fin iría a dormir, la gente de la organización me comunicó que tenía programada una cena. Hasta ahora no entiendo porque no me negué, el asunto es que accedí una vez en el local de la cena, sostuve una amena charla con la gente de la organización, pedi algo ligero, traté de comer rápido mientras la gente me decía que estaban muy complacidos y que esperaban repetir la experiencia el próximo año y si estaba dispuesto a volver, yo asentía pero mi cuerpo lo que pedía era ir a descansar. Finalmente y sin decir casi nada, me levanté, agradecí y me retiré, eran casi las 11pm cuando llegué al hotel, lo tenía muy claro… dormiría como un bebé.

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