Chiclayo

Luego de un reparador descanso, era hora de ir a conocer la ciudad. Chiclayo es una ciudad de tamaño medio, bueno si la comparamos con Lima es pequeñísima, guiarse es relativamente sencillo, unas cuantas avenidas que atraviesan la ciudad y eso es todo. Caminé por la calle Balta hasta llegar a la plaza de Armas que estaba decorada de acuerdo a las fiestas de esta época, mucha gente en la calle, pocos vendedores ambulantes (algo sorprendente). El transporte público es un punto aparte, este esta monopolizado por los “Ticos” de color amarillo, no ví un solo taxi de otro color o modelo, no termino de decidir si eso es bueno o malo.

Di unas cuantas vueltas y decidí ir a almozar, me recomendaron un lugar llamado simplemente John, llegué y estaba abarrotado; milagrosamente conseguí una mesa y al poco rato un par de estudiantes de medicina me preguntaron si podía compartir la mesa con ellos, acepté les conté que no era de allí y me dieron todo tipo de consejos para pasarla bien en esta calurosa ciudad. Para comer seleccioné papa rellena de entrada y arroz con pato como plato fuerte. Me causo sorpresa que la papa rellena viniera acompañada de cebiche, pero no me quejo estuvo muy bien, y el arroz con pato.. ufff una delicia. La cuenta me salió muy barata, no gasté ni 3 dólares. Fuí a dar una vuelta más y luego tomé un taxi para que me lleve al Museo Bruning que no sera tan fastuoso como el museo de Sipan, pero si es mas variado, a lo largo de 3 pisos se puede observar mucho de la historia de las antiguas culturas de la región, la entrada costó 7 soles y en ese momento no había guías disponibles, pero igual disfruté mucho la estancia.

Terminada la visita al museo, fuí a comprar algunos recuerdos y un dulce muy tradicional de la zona denominado “King Kong” en alusión al tamaño del mismo. No sé muy bien como describirlo, es como una especie de alfajor con varias capas rellenas de manjar y dulce de alguna fruta en varias capas. No hubo tiempo para mucho, la tarde se pasó volando, volví al hotel a arreglar mis cosas, era hora de volver a casa.

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